El
formato RAW se trata de un archivo de imagen digital que fue diseñado con el
fin de guardar toda la información que el sensor de una
cámara digital capturó al momento de la toma de una fotografía. En comparación
con el formato JPG, el archivo RAW no sufre por la compresión con perdida ni
tampoco se modifica por el procesamiento que el aparato pueda provocar.
Este formato es el punto de partida de los flujos de
trabajo no destructivos para imágenes digitales y es una herramienta
vital para todos los fotógrafos. La cantidad de información que
posee; su aparente espacio de color indefinido; la
forma como trata el balance de blancos y su pureza al estar “exento” de
procesamiento por parte de la cámara; permite al fotógrafo tener en
sus manos el equivalente a un negativo digital. De esta manera es él quien
procesa la imagen a su criterio, de forma precisa, creativa y múltiple, sin
alterar el archivo original.
La
interpretación de un archivo RAW depende de las intenciones y
conocimientos que el autor posea. Esto es posible gracias a una serie de
algoritmos que hacen más fácil estas tareas y que vienen de programas
especializados basados en lo que se hacía en el cuarto oscuro. Esta manipulación
se realiza generando metadatos con las especificaciones de las
modificaciones que se efectúan, lo que permite controlar la luminosidad,
el tono, la saturación y el contraste, de manera global o
segmentada; basándose en el histograma. Añadir o eliminar tonos,
tratar de controlar el ruido, mejorar la nitidez y más
actualmente, implementar ciertos efectos que se generaban también dentro
del cuarto oscuro, como las viñetas.
Información extraída
de:
Mesa, J. (2012). El
formato RAW. Revisado de http://www.ecbloguer.com/visionfotografica/?p=2780